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El cohousing, o vivienda colaborativa, lleva ya varios años ganando presencia en España. Aunque nació en los países nórdicos como una alternativa para personas mayores, aquí está evolucionando hacia un modelo más amplio, que atrae tanto a quienes buscan otra forma de vivir como a quienes quieren invertir en un producto diferente al residencial tradicional.
Hoy en día, el cohousing no es solo una idea con vocación social, también empieza a posicionarse como una opción de inversión con recorrido. ¿En qué consiste exactamente? ¿Qué lo diferencia? ¿Tiene sentido desde una perspectiva inversora? Vamos a verlo.
¿Qué es el cohousing y cómo funciona?
El cohousing es un tipo de comunidad residencial en la que las personas viven en casas privadas, pero comparten espacios comunes y toman decisiones de manera colectiva. La clave está en que no se trata solo de compartir metros cuadrados, sino de crear una forma de convivencia más participativa.
A menudo, estas comunidades funcionan como cooperativas. En lugar de comprar una vivienda como tal, los residentes forman parte de un proyecto común y acceden a su hogar en régimen de cesión de uso. Esto significa que no son propietarios individuales, pero sí tienen un derecho de uso indefinido sobre su vivienda.
Este modelo permite reducir costes, fomentar relaciones más estrechas entre vecinos y promover valores como la sostenibilidad, la ayuda mutua o el envejecimiento activo.
¿Por qué puede ser interesante el cohousing para inversores?
Hay varios motivos por los que puede despertar el interés de inversores que buscan nuevas fórmulas en el sector inmobiliario:
Un mercado que crece
El modelo de cohousing ha experimentado un notable impulso en España en los últimos años. Según datos de la Federación Española de Cohousing, ya existen más de 120 iniciativas activas en todo el país, que reúnen a más de 6.000 residentes.
Aunque el fenómeno se distribuye por distintas comunidades autónomas, es en Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana donde se concentra el mayor número de proyectos. Además, una parte importante de estas iniciativas aún se encuentra en fase de planificación o construcción, lo que apunta a un potencial de crecimiento relevante a medio plazo.
Estabilidad y compromiso
Quienes acceden a una vivienda colaborativa lo hacen con la idea de quedarse. No es un modelo de rotación rápida. Esto implica menos vacantes, menos conflictos de ocupación y una comunidad más implicada en el mantenimiento del espacio.
Valor añadido
El cohousing no vende solo ladrillo. Vende comunidad, sostenibilidad, vida compartida. Y ese valor, aunque intangible, tiene peso a la hora de posicionar el producto o justificar una inversión a medio plazo con impacto positivo.
¿Qué necesitas tener en cuenta si quieres invertir en cohousing?
Aquí hay una diferencia importante con respecto al mercado residencial tradicional. No es tan sencillo como comprar, alquilar y esperar rentabilidad. El cohousing tiene su propia lógica, y eso también se traslada a su viabilidad como inversión.
Un modelo legal distinto
En España, muchos proyectos se organizan como cooperativas en cesión de uso. No hay propiedad individual ni posibilidad de vender libremente, lo que implica una liquidez muy limitada para quien busque entrar y salir con rapidez.
Financiación y retornos
El capital suele salir de los propios miembros de la comunidad, de financiación ética o, en algunos casos, de ayudas públicas. Un inversor externo puede participar como facilitador de suelo, co-promotor o incluso como inversor social. Pero no es habitual que obtenga retornos en el corto plazo.
Acompañamiento profesional
Los proyectos de cohousing no surgen solos. Necesitan dinamización, asesoramiento legal, arquitectura adaptada, mediación social… Por eso es importante que el inversor tenga claro desde el principio si su papel será meramente económico o también implicará acompañar el desarrollo del proyecto.
¿Tiene riesgos? Sí, como cualquier inversión
No hay fórmulas mágicas. Estos son algunos factores que conviene tener en cuenta antes de apostar por un proyecto de este tipo:
- Liquidez limitada: al no ser una propiedad en sentido clásico, no se puede vender en el mercado libre.
- Maduración lenta: montar un cohousing desde cero lleva tiempo. A veces años.
- Gestión compleja: sin una comunidad cohesionada o sin apoyo profesional, el proyecto puede perder fuerza.
¿Entonces, merece la pena invertir en cohousing?
Depende de lo que busques. Si estás pensando en una inversión puramente financiera, rápida y con retornos inmediatos, probablemente este no sea tu camino. Pero si tienes una visión a medio-largo plazo, te interesa la innovación social y estás abierto a nuevas fórmulas de habitar (y de invertir), el cohousing puede ser una opción muy interesante.
Además, no olvidemos que cada vez hay más demanda, más conciencia colectiva, y también más reconocimiento institucional hacia estos modelos. Eso, combinado con una buena ubicación y un equipo serio detrás, puede convertir un proyecto de cohousing en una inversión sólida y con impacto.
Los principales riesgos de invertir en cohousing son la liquidez limitada (no se puede vender en mercado libre), la maduración lenta del proyecto (puede tardar años en desarrollarse) y la complejidad de gestión si no se cuenta con una comunidad cohesionada o asesoría profesional. Sin embargo, con planificación adecuada y un enfoque social, puede convertirse en una inversión sólida con impacto positivo.
Invertir en cohousing puede ser rentable si se enfoca a medio-largo plazo. Aunque no ofrece retornos rápidos como el alquiler tradicional, aporta estabilidad, compromiso de los residentes y valor social añadido. El crecimiento del sector en España, con más de 120 iniciativas activas, sugiere un mercado emergente con potencial para inversores que apuesten por modelos innovadores y sostenibles.
El cohousing es un modelo de vivienda colaborativa donde los residentes viven en casas privadas, pero comparten espacios comunes y toman decisiones colectivamente. En España, suele organizarse mediante cooperativas en régimen de cesión de uso, lo que implica derecho indefinido de uso pero sin propiedad individual. Este modelo fomenta la sostenibilidad, la convivencia activa y la reducción de costes habitacionales.
