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Reformar una vivienda antes de ponerla en alquiler permite aumentar su valor percibido, atraer a mejores inquilinos y reducir el tiempo en el mercado. Además, mejora la rentabilidad del activo y evita problemas futuros derivados de instalaciones obsoletas. En un mercado competitivo, una reforma estratégica puede elevar el precio del alquiler hasta un 30%.